sábado, 8 de junio de 2013

La Batalla de Azanulbizar

El rey Thrór de los enanos, en su vejez y desoyendo el consejo sus allegados, decidió abandonar las estancias de las Colina de Hierro (donde se había exiliado después de la llegada de Smaug) para volver a ocupar las antiguas mansiones de sus antepasados en Khazad-dûm abandonadas desde hacía siglos. Solo con un sirviente se adentró en las minas encontrando la muerte a manos de los orcos.

Azog su cabecilla lo decapitó y grabó su nombre a fuego en la cabeza del enano, dándole un saquito de monedas al sirviente como pago para que contara de su gesta al resto de su pueblo. Cuando los enanos supieron de la muerte del mayor de los de su raza decidieron vengar la afrenta, reuniendo la mayor hueste de enanos que se recordaba desde los días antiguos, procedente de todos los reinos existentes en el Norte. Durante 6 años se enfrentaron con ellos expulsándolos de todas las tierras situadas entre las Montañas Nubladas y el Anduin y los lindes occidentales del Bosque Negro, hasta llegar a Khazad-dûm.

Bajaron con ira hasta llegar a las puertas orientales donde se extiende el valle de Azanulbizar pero allí se encontraron con unas tropas hasta tres veces mayores en número y con superioridad táctica, pues estaban en el fondo del valle mientras que los orcos atacaban desde los flancos a un nivel superior, y era un día de invierno sin sol. Tres días duró la igualada batalla y a punto estuvieron los enanos de perder. Allí luchaban Thráin II, hijo de Thrór, y su hijo Frerin fue muerto junto con Fundin. Y su otro hijo Thorin Escudo de Roble al que se le quebró el escudo y se defendió con una rama de árbol y ambos resultaron heridos.



Pero el tercer día la llegada de las tropas de las Colinas de Hierro comandadas por Nain III decidieron la suerte de la batalla. Llegaron como un viento del norte, insuflando nuevos alientos a las tropas que ya luchaban aniquilando a todos los orcos que se presentaron en combate. Al grito de "Azog, Azog" llegaron hasta los umbrales de Moria. Y Azog salió y lucho con Náin al que mató de un hachazo que le quebró el cuello. Pero la risa se le heló en la garganta cuando vio la total destrucción de sus tropas.



Y Dáin, hijo de Nain subió de un salto las escaleras que les separaban y luchó con él y le decapitó, y clavó su cabeza en una pica a la entrada del valle y le puso la bolsa de monedas en la boca. Así acabó la venganza de los enanos. Aunque a un caro precio pues tres cuartas partes de sus tropas fueron exterminadas. Eran tantos los muertos que contra sus costumbres tuvieron que apilar los cuerpos e incinerarlos. A los orcos los dejaron allí como carroña. Después de esto los enanos se dispersaron, sin adentrarse en Moria para ocuparla, pues Dain cuando mató a Azog se asomó al interior y cuando volvió estaba gris, porque vio algo que le provocó un miedo espantoso. Y supo que Moria no podría ser reconquistada, al menos por ellos.

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