miércoles, 20 de febrero de 2013

Faramir



Historia


Las primeras etapas de la vida de Faramir no están descritas detalladamente en la narración principal de El Señor de los Anillos, pero se desarrollan en mayor medida en los apéndices. Se relata que Faramir nació en el año 2983 de la Tercera Edad y que su padre era Denethor II, un hombre de estirpe noble dada su pertenencia al linaje de los senescales de Gondor, cargo que asumió un año después del nacimiento de Faramir. Denethor se había casado con Finduilas, hija del príncipe Adrahil de Dol Amroth; sin embargo, ella había muerto cuando Faramir tan solo tenía cinco años, lo que le dejó al joven «un recuerdo de una dulce belleza lejana, y de su primer dolor».

En los años que siguieron a la muerte de Finduilas, Denethor se volvió un hombre sombrío y apartado de su familia. Sin embargo, la relación entre Faramir y su único hermano, Boromir, quien era cinco años mayor que él, se volvió indiscutiblemente más cercana. Los dos hermanos se tenían en muy alta estima uno a otro y, tanto durante la infancia como durante los años posteriores, no existió ningún tipo de rivalidad o celos entre ellos a pesar del favoritismo explícito de Denethor hacia su hijo primogénito. Con un hermano algo autoritario y un padre bastante severo —cuyo fuerte carácter, sumado a su estatus de «señor de los Númenóreanos», intimidaba a Faramir—, el joven hermano de Boromir solía verse obligado a callar sus propias opiniones y a soportar todo aquello que le disgustaba o lo dejaba disconforme. Entre otras cosas, a Faramir le desagradaba que su padre recibiera frecuentemente al mago Gandalf, quien ocasionalmente visitaba Minas Tirith, la capital de Gondor. A pesar de esto, dada su avidez de conocimientos, Faramir aprendió mucho de Gandalf, sobre la historia de su propio reino y sobre la extraña muerte de Isildur.

Para ese entonces, hacía ya largo tiempo que Gondor estaba amenazado por el reino cercano de Mordor. En el año 3018 de la Tercera Edad, el señor oscuro Sauron decidió emprender finalmente la Guerra del Anillo y atacó a la ciudad en ruinas de Osgiliath debido a que esta resguardaba un pasaje a Minas Tirith. Faramir y Boromir comandaron la defensa y estuvieron entre los pocos que lograron sobrevivir cuando la mitad oriental de Osgiliath fue tomada y los puentes, situados a lo largo del Río Anduin, fueron destruidos.

En La Comunidad del Anillo se relata que, poco antes de la batalla, Faramir había tenido un sueño profético que más tarde se le volvería recurrente, y que incluso se le presentaría a Boromir una vez. En el sueño, una voz hablaba sobre el concilio que iba a tener lugar en Imladris, lejos al norte de las fronteras de Gondor, sobre «el despertar del "Daño de Isildur"» y «la aparición del "Mediano"». Faramir decide entonces viajar hacia Imladris para escuchar el consejo de Elrond, el Medio Elfo, pero Boromir exige llevar a cabo dicha misión él mismo. Dicha exigencia fue aprobada por Denethor y por su consejo de ancianos en detrimento de las intenciones de Faramir; por ello, este último no tuvo otra alternativa que quedarse defendiendo a Gondor en los campos de batalla.

Las dos torres


Faramir se encontró por primera vez con los hobbits Frodo Bolsón y Samsagaz Gamyi en Ithilien, y reconoció en ellos a los «Medianos» mencionados en sus sueños. Faramir interrogó a Frodo sobre su misión y este reveló que había partido desde Rivendel junto con otros ocho compañeros. Asimismo, Faramir preguntó recurrentemente por Boromir mientras duraba la interrogación.

Una noche, mientras hacía guardia, Faramir descendió hasta el Anduin después de haber visto un bote llevado por la corriente del río. El bote contenía el cuerpo sin vida de su hermano, que había sido asesinado por los orcos.

En el refugio secreto de los montaraces de Ithilien detrás de la catarata, Henneth Annûn, Faramir también le preguntó a Frodo sobre el Anillo Único, pero el hobbit trató de evadir el tema. Por lo tanto, Faramir llegó a la conclusión de que el hobbit llevaba consigo a una de las grandes armas de Sauron, los Anillos de Poder. Sam accidentalmente habló del deseo de Boromir de poseer el Anillo Único y terminó revelando de este modo el objeto que Frodo estaba portando. Llegada esa circunstancia, Faramir mostró la crucial diferencia entre él y su orgulloso hermano: al contrario de lo que temían los hobbits, Faramir sí fue lo suficientemente sabio como para entender que semejante arma no podía ser utilizada por un simple hombre como él y que aunque realmente la desease con mucha fuerza, ese deseo debía ser resistido.

¡Pero no temas! Yo no me apoderaría de esa cosa ni aun cuando la encontrase tirada en la orilla del camino. Ni aunque Minas Tirith cayera en ruinas, y solo yo pudiera salvarla, así, utilizando el arma del señor oscuro para bien de la ciudad, y para mi gloria. No, no deseo semejantes triunfos, Frodo hijo de Drogo.                                                                                                                    

                                                                                                                         Faramir 

Además, habiendo pasado por esta experiencia, Faramir se dio cuenta de la terrible tentación que su hermano había tenido que enfrentar y supo que Boromir, de haber tenido la posibilidad concreta de colocarse el Anillo Único, no habría sido capaz de oponer resistencia alguna a la seducción que el objeto habría ejercido sobre él. Faramir se convirtió, con estos sucesos, en el único ser humano —junto a Aragorn el montaraz del norte— que logró superar exitosamente la tentación del Anillo Único.

Finalmente, les dio provisiones a los dos hobbits y los dejó continuar con su misión; sin embargo, juzgó necesario advertile a Frodo que su guía, Gollum, era una criatura traicionera y que un extraño terror desconocido habitaba en Cirith Ungol, a donde Gollum los conducía. 



El retorno del Rey
La mañana siguiente en Cair Andros Faramir envió a su compañía hacia el sur para reforzar la guarnición ubicada en Osgiliath, en tanto que él y tres de sus hombres se encaminaban a Minas Tirith. Mientras transitaban este camino fueron perseguidos por los Nazgûl, servidores de Sauron, pero Gandalf acudió hacia ellos en su ayuda y espantó temporalmente a los espectros.

Faramir llegó a Minas Tirith y allí le relató su encuentro con Frodo y Sam a Gandalf y a su padre. Denethor se disgustó sumamente con el hecho de que Faramir le hubiese permitido a los hobbits intentar ingresar a Mordor con el Anillo, en lugar de llevarlos nuevamente hacia Minas Tirith para que fuese escondida la joya.

El lugarteniente de Sauron, el señor de los Nazgûl, condujo una fuerza mucho mayor a la de Gondor que partió de Minas Morgul y atacó Osgiliath. Después de que esta última fuese tomada, Faramir, que comandaba la defensa, decidió permanecer con la retaguardia para asegurarse de que la retirada hacia los Campos del Pelennor no conllevase ningún riesgo. Él resultó gravemente herido por una felcha haradrim y por el Puñal de Morgul del señor de los Nazgûl. Afortuandamente para él, todos los soldados de caballería de la ciudad acudieron en su ayuda y lo llevaron de vuelta a Minas Tirith.

Cuando Faramir arribó inconsciente a Minas Tirith, Denethor creyó que su hijo estaba fatalmente herido. Este pensamiento, sumado a una visión que había tenido en una palantir, hicieron que Denethor perdiera el juicio. Ordenó a sus sirvientes que construyeran una pira funeraria en la Casa de los Senescales para él y para su hijo. Peregrin Tuk, que cumplía la función temporaria de sirviente de Denethor, alertó a Gandalf y a Beregond, uno de los Guardias de la Torre con quien había entablado amistad. Gandalf y este lograron detener justo a tiempo el inminente sacrificio de Faramir, mientras que Denethor, loco de pena, saltó en la pira ardiente y se quemó vivo.

Dos días después, ya con la batalla terminada, Aragorn acudió en ayuda de Faramir y lo revivió con hojas de la planta athelas en las Casas de Curación. Durante los días subsiguientes, mientras aún se encontraba en plena recuperación en las Casas, Faramir conoció a la dama Éowyn de Rohan, hermana del rey Éomer de los Rohirrim. La belleza y el porte orgulloso de esta mujer, así como la pena que ella sentía por él, lograron que Faramir se enamorara. En primera instancia, Éowyn rechazaba sus avances, solo deseando ir a la guerra para encontrar el honor en la muerte, pero pronto la joven se percató de que ella correspondía el amor del hijo de Denethor.

Faramir sirvió como senescal gobernante durante un breve tiempo y comenzó a preparar la ciudad para la llegada de Aragorn, quien era ahora el rey de Gondor. En el día de la coronación oficial, Faramir renunció a su cargo. Aragorn, sin embargo, anunció que mientras su linaje durara, Faramir y sus descendientes serían senescales de Gondor.

Además, Aragorn le otorgó el título de «príncipe de Ithilien» a Faramir, quien se convirtió —junto al príncipe de Dol Amroth— en el nuevo comandante en jefe del ejército del rey Elessar. En una carta dirigida a un lector de El Señor de los Anillos, Tolkien escribió que los deberes de Faramir también incluían ser guardia residente del principal puesto de avanzada oriental de Gondor, reconquistando territorios perdidos y liberándolos de bandidos y orcos. Entre los territorios y lugares que debían ser saneados se destacaba Minas Morgul,11 la antigua ciudad gondoriana denominada «Minas Ithil» que Sauron había capturado y renombrado hacía mucho tiempo. Faramir también cumplía el tradicinal rol del senescal, actuando como el consejero principal del rey y gobernando a Gondor en su ausencia.

Faramir estableció su residencia con Éowyn en Emyn Arnen, donde ambos tuvieron un hijo llamado Elboron. Después de la muerte de Faramir en el año 120 de la Cuarta Edad, su hijo lo sucedió en todos sus títulos. Barahir, nieto de Faramir, escribió Los Relatos de Aragorn y Arwen, los cuales fueron transcritos en el Libro del Thain en forma abreviada por Findegil.



Caracteristicas

En lo que respecta al aspecto físico, Tolkien escribió que Faramir se asemejaba en gran medida a Boromir,6 13 quien en su momento fue descrito como «un hombre alto de cara hermosa y noble, cabellas», lo cual es, en cierto modo, extraño. Esta última característica fue descrita por Pippin:

Faramir era un hombre de alta nobleza, semejante a la que por momentos viera en Aragorn, menos sublime quizá pero a la vez menos imprevisible y remota: uno de los Reyes de los Hombres nacido en una época más reciente, pero tocado por la sabiduría y la tristeza de la Antigua Raza. [...] Era un capitán a quien los hombres seguirían ciegamente, [...] aun bajo la sombra de las alas negras.
                                                                                                                   Peregrin Tuk 
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La personalidad de Faramir se describe principalmente en los apéndices de El Señor de los Anillos.

Leía en el corazón de los hombres con tanta penetración como su padre, y lo que en ellos leía lo movía a la piedad antes que al desprecio. Era de porte gentil, y un amante de la ciencia y de la música, por lo que muchos en aquellos días juzgaban su coraje menor que el de su hermano. Pero no era así, salvo en que no buscaba la gloria en el peligro sin propósito.6

Apéndices de El Señor de los Anillos

Faramir era muy distinto a su hermano en cuanto a la personalidad: según el primero, la sabiduría y el conocimiento prevalecían sobre la fuerza y el poder. Su capacidad de liderazgo, así como su habilidad con las armas y su juicio noble pero severo, lo convirtieron en un guerrero muy respetado y tenido en alta estima no solo por el ejército, sino por todo el pueblo de Gondor. Durante la Guerra del Anillo, Faramir defendió a Gondor de las fuerzas de Sauron en muchos frentes, pero no disfrutaba luchar solamente por su propio beneficio. Mucho después de completar El Señor de los Anillos, Tolkien escribiría «si algún personaje se me parece, este es Faramir».4 La relación de Faramir con la guerra reflejaba la experiencia del mismísimo autor: Tolkien había sido soldado durante la Primera Guerra Mundial y había luchado en la Batalla del Somme.

Tolkien plasmó su sueño de la «oscuridad inexpugnable» en el personaje de Faramir, quien le relata dicho sueño a Éowyn en el quinto capítulo de El retorno del Rey. Sobre esto, Tolkien escribió: «Porque cuando Faramir habla de su visión privada de la Gran Ola, habla por mí. Esa visión y ese sueño han estado siempre conmigo, y ha sido heredado (solo lo descubrí recientemente) por uno de mis hijos».

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